sábado, 28 de diciembre de 2013

NUEVOS PUNTOS DE VENTA

Buenos días a todos,

Tranquilos que no se trata de ninguna inocentada, aunque hoy yo ya he caído en una nada más levantarme. Me han pillado a traición cuando aún estaba medio dormido...

Quiero actualizaros los puntos de venta en los cuales podéis adquirir Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning.

En Donostia:

Hontza Liburudenda
Okendo Kalea, 4
Tfno.: 943 42 82 89

Garazi Liburudenda               Librería Lorea                     Elkar
Matia Kalea, 44                       Avda. Zarauz, 90                  Bergara Kalea, 6
Tfno.: 943217283                    Tfno.: 943211319                 Tfno.: 943426350   

En Vitoria-Gasteiz:

Librería Ayala                               Librería Aranbide
Sancho el Sabio 1                         Duque de Wellington, 23
Tfno.: 945130851                          Tfno.: 945175553


Casi con toda seguridad este lunes Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning esté ya disponible en las tiendas Elkar de las capitales. Si no está disponible en vuestra tienda habitual, siempre podéis realizar un pedido para que os lo traigan.

Para no aburriros en el blog con más entradas sobre puntos de venta, permitidme que haga una última en la que os indicaré dónde y cómo consultar los lugares, tanto físicos como a través de internet, en los que se pueda adquirir el libro.

Pasad un buen día y no seáis unos "inocentes" como yo...

lunes, 23 de diciembre de 2013

¡YA HA LLEGADO CRÓNICAS NERLINGAS I. LA TRAICIÓN GRONING!

Buenos días,

Ayer por la tarde por fin llegaron los ejemplares de la primera tirada del libro Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning (esperemos que no sea la última y le sigan muchas más...). La encuadernación y el acabado son muy buenos y la portada es muy llamativa, más de lo que a primera vista parecía en formato electrónico. Mi más sincera felicitación para la Editorial Círculo Rojo.

A partir de ayer ya pueden adquirirse físicamente en la Librería Hontza de Donostia. En los próximos días también estará disponible en las tiendas Elkar y en otras librerías, así como a través de páginas web. Os iré informando cumplidamente de ello.

Os adjunto aquí el link de la librería Hontza y su dirección. Es la primera en la cual el libro está a la venta. Y ahora ya sabéis: ¡a comprarlo rápido que se acaban! A ver si podemos decir dentro de unos meses que ya llevamos más de 1000 libros vendidos.

¡Felices Fiestas a todos! Zorionak eta Urte Berri On!

Hontza Liburudenda
Dirección: Okendo Kalea, 4, 20004 San Sebastián, Guipúzcoa
Teléfono:943 42 82 89
www.hontza.net/


CAPÍTULO PRIMERO: BAJO EL SIGNO BUNKO

Buenas días a todos,

Ante la impaciencia de algunos de vosotros por no poder disponer aún de la primera entrega de la saga Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning, como regalo de Navidades, os adelanto el primer capítulo completo del libro, titulado “Bajo el Signo Bunko”.

No sé si esto logrará calmaros por unos días u os impacientará aún más. No obstante, no desesperéis: el libro está al caer. En cuanto reciba la confirmación os iré indicando tanto en este blog como en Facebook (Crónicas Nerlingas) los principales puntos de venta en librerías y páginas web en los que pueda adquirirse.

Y ahora disfrutad, pues aquí comienza la aventura nerlinga…
 

Pálida y húmeda llegó la mañana a Lothikaton. Una densa niebla impedía ver más allá de las orillas del lago. El castillo del Rey ofrecía un fantasmal aspecto desde el exterior, mientras la niebla trepaba sobre la hiedra y las enredaderas anidadas en las almenas de la muralla norte. Únicamente las antorchas en lo alto del castillo denotaban que éste estaba habitado. La estampa hacía presagiar un incierto futuro para el pueblo nerlingo, justamente el día en que los alkos cederían la regencia al clan bunko.
      La pequeña capital nerlinga estaba situada a orillas del lago Argul, siendo el castillo del Rey el corazón de la ciudad. Alrededor de él, a modo de herradura, unos cientos de cabañas y graneros servían de temporales alojamientos a los miembros del clan y sus animales. Cómodas a la vez que austeras, estas cabañas eran un símbolo de hermandad para los nerlingos, puesto que al menos una vez en su vida, cada miembro de los cinco clanes debía vivir por un período no inferior a dos años en Lothikaton. Todos aquellos que habían habitado en diferentes épocas en la misma cabaña, se reunían una vez al año para celebrar una comida e intercambiar regalos. Cuenta la leyenda que la diosa Nerlinguia engendró a los Primeros Nacidos, quienes a su vez fundaron los cinco clanes. Pero pronto comenzó a surgir la envidia, provocando riñas y peleas entre hermanos. Entonces la diosa decidió construir una gran cabaña a la que llamó Lothikaton, obligando a los nerlingos a convivir en ella, logrando con su bondad el hermanamiento de los clanes.
      A medida que avanzaba la mañana, la ciudad parecía despertar lentamente de su letargo. Algunas ventanas comenzaron a abrirse, oyéndose toses secas y profundos bostezos, consecuencia de la fiesta de despedida celebrada la noche anterior. En las almenas se iniciaron las labores de recogida de los distintivos azules propios del clan alko. Poco a poco la actividad fue creciendo hasta convertirse en frenética. En la cocina del castillo se esmeraban en preparar el venado que habría de servirse durante la comida y en dar los últimos retoques al clásico pastel de bayas silvestres que degustarían como postre. En las habitaciones de la zona alta del castillo se terminaban de empaquetar los enseres y objetos personales del regente y su hijo.
      Se acercaba el mediodía, y la niebla había desaparecido casi por completo del lago y sus inmediaciones. En la puerta principal un grupo de unos cincuenta hombres permanecían formados aguardando la llegada de los representantes de los cuatro clanes restantes. Mientras, en sus aposentos, el saliente Rey Nerlingo conversaba con su hijo Kiril.
      ―Querido hijo, la hora de mi relevo se acerca. Es tiempo de que asumas el mando del clan. Dentro de doce años te convertirás, como futuro jefe de los alkos, en el nuevo regente nerlingo ―dijo Akrog mientras miraba pensativo desde la ventana de la estancia.
      ―Padre... ―contestó temblorosamente Kiril―. Aún no me siento preparado para asumir tamaña responsabilidad. Además ―nuevamente hizo una breve pausa―, no tengo ni tu carácter, ni tampoco tu firmeza y bien sabes que...
      ―¿Qué es lo que debo saber? ―respondió enfadado Akrog―, ¿que quieres viajar para conocer lejanas tierras? ¿Buscar a los alkos que se establecieron hace cientos de años en las orillas del Río Taquakland? Desde mi tatarabuelo, Legok el Justo, nuestra estirpe ha tenido el honor y la responsabilidad de dirigir el clan y no aceptaré que tú eludas ese deber por perseguir una simple quimera.
      ―Está bien, padre, que así sea ―respondió resignado Kiril entrecerrando sus profundos ojos azules―. Pero me sentiría enormemente complacido si algún día pudiera realizar mi sueño, ver el mar y volver con noticias de los hermanos de sangre que un día decidieron dejar de caminar a nuestro lado.
      ―Me alegro que nuestras largas discusiones hayan dado por fin sus frutos y te hayan hecho recapacitar ―respondió no queriendo escuchar la última petición de Kiril―. Quiero que tú, hijo mío ―dijo Akrog dulcificando notablemente el tono de su voz―, estés a mi lado cuando entregue el báculo de mando de la ciudad a Torko.
      ―Será un honor para mí, padre ―contestó complaciente Kiril―. Allí estaré, pero ahora discúlpame, pues debo terminar de recoger nuestras pertenencias y cargarlas en los carros que partirán hacia nuestra casa en Alkoburgo ―y diciendo esto abandonó la estancia.
      Contrariado por los deseos y la tozudez de su padre, Kiril se dirigió a la parte inferior del castillo donde sus amigos Maikel y Thelmor finalizaban las labores de mudanza.
      ―Tu semblante no refleja precisamente alegría, Kiril. ¿Qué te ocurre? ―preguntó Maikel.
      ―He discutido con mi padre. Quiere que tome la responsabilidad del clan y yo le he contestado que no estaba preparado y que... ―parecía que la boca de Kiril se había quedado sin saliva.
      ―...y que quieres viajar para conocer el mar y encontrar a los alkos desertores que todos damos por muertos hace más de doscientos años ―habló Thelmor adelantándose a las palabras de Kiril.
      ―Creo que tu padre tiene razón, Kiril ―dijo Maikel tornando su sonrisa en un gesto serio―. Ese cargo te corresponde a ti desde el mismo día en que naciste y, a pesar de las dudas que puedan asaltarte, tienes la personalidad y la entereza necesarias para ser nuestro regente. Tu padre lo sabe y por ello exige tu compromiso. Un día serás el gran líder de todos los clanes nerlingos... pero hasta que llegue ese día ayúdanos a cargar estas cajas en el carro ―y mientras el corpulento Maikel alborotaba con su enorme mano el pelo castaño de Kiril, Thelmor reía a carcajadas.
       Era ya mediodía, y el cielo comenzó a cubrirse de gruesas nubes que apenas dejaban atravesar unos débiles rayos de sol. Fue entonces cuando se oyó el potente y grave sonido de llamada de un cuerno y, a continuación, el grito de los vigías de Lothikaton:
      ―¡Atención! ¡Se acercan los bilkos por el camino del sur!
      Y así sucesivamente fueron apareciendo los bilkos, los helkos, los celkos y finalmente los bunkos. Las puertas de la ciudad se elevaron y cada una de las delegaciones de los cuatro clanes penetró en Lothikaton. Allí estaba Akrog, jefe de los alkos, con su larga melena blanca y su trenza azul, con señorial aspecto frente a la puerta de entrada que daba acceso a las estancias del regente. Realmente parecía un verdadero Rey de los Días Antiguos y los más de setenta años que lo contemplaban no hacían sino dar una mayor solemnidad a su rostro cubierto de arrugas y una poblada barba blanca. A su lado, su hijo Kiril parecía un bisoño príncipe, al que su terso y blanquecino rostro mostraban como las páginas de un libro en blanco que apenas si había comenzado a escribirse. Uno a uno los jefes de los clanes fueron acercándose a saludarle: Dulba por los celkos, Thuma por los helkos, Guilemin por los bilkos y Torko por los bunkos. Terminadas las salutaciones, los lacrags (*) acompañados por su séquito, entraron en la estancia principal y se dirigieron hacia el comedor para degustar las viandas que con esmero los alkos habían cocinado durante toda la mañana.
      El comedor era una amplia sala ocupada en su mayor parte por grandes mesas de madera. Habían dispuesto en torno a ellas robustos bancos de roble para los acompañantes, y sillas con respaldos acolchados de color violeta y delicados acabados en hilo dorado para los lacrags. Sobre las paredes colgaban cinco escudos con las enseñas de cada uno de los clanes y a su lado una lanza del color característico. Decenas de antorchas iluminaban la oscura estancia que solo disponía de cuatro pequeñas ventanas por las que apenas podía entrar la luz desde el exterior. Las mesas estaban dispuestas en forma de “U” y en medio, sobre una antigua y sobria banqueta de madera rematada con un cojín verde esmeralda, descansaba el báculo de mando nerlingo, una perfecta hélice de marfil a modo de diminuta columna salomónica, coronada por una semiesfera metálica en la que aparecían grabadas las iniciales de los cinco clanes. Torko lo miraba con ansiedad y codicia, anhelando poseerlo sin tener que aguardar a la Ceremonia del Tránsito.
      Akrog acomodó a los comensales, disponiendo en la mesa principal a su hijo y al resto de los alkos a su izquierda y a Torko y los bunkos a su derecha. Los bilkos, celkos y helkos se entremezclaron en los asientos que quedaron libres.
      A una orden suya comenzaron a servir los alimentos y, por supuesto, abundante biluk (**). Como primer plato degustaron hortalizas cultivadas en los alrededores de Lothikaton salteadas con patatas y unos exquisitos tacos de carne de cerdo.
      Una vez dieron buena cuenta de ello, se sirvió el segundo plato, ciervo asado, algo que nunca faltaba en cualquier celebración nerlinga que se preciase. A partir de ese momento la conversación se tornó más animada y jovial, en gran parte debido a los efectos euforizantes que el biluk comenzaba a producir en los comensales.
 
(*) Lacrag es el nombre con el que se denomina al jefe del clan.
(**) Biluk es el nombre de la especial cerveza de color caoba destilada por los nerlingos, de sabor fuerte pero regusto final afrutado.
 
 
      Cuando daban las últimas dentelladas a los restos del venado se escucharon los primeros cánticos, que enseguida tuvieron réplica, hasta que en el último rincón de la estancia resonaron las estrofas de una canción que ensalzaba la victoria en la batalla de Bosque Verde.
      Como colofón a la comida se sirvió el postre, que se componía de una variedad de frutas del tiempo y la esperada tarta de bayas de los alkos, la cual gozaba  de  una  gran  reputación  entre  los mejores paladares nerlingos. El ambiente era cada vez  más alegre y distendido y, a pesar de tener las bocas repletas de tarta, continuaron los cánticos y comenzaron los bailes, en los que nunca se separaban de sus vasos llenos de biluk.
      Los hijos de los lacrags, Kiril, Anodrac, Olisen, Talik y Droko, se fundieron bailando en círculo en el centro del comedor, mientras los demás comensales cantaban y daban palmas a modo de improvisados tambores siguiendo el ritmo de la canción.
      Y así continuaron durante varias horas más, hasta que Akrog se levantó solemnemente de su asiento y, elevando su voz para poder ser oído en el bullicio general, dijo:
      ―¡Hermanos nerlingos, por favor, prestadme atención!
      Tímidamente se fueron apagando los cánticos y cesaron los bailes hasta que finalmente se hizo un completo silencio. De nuevo Akrog tomó la palabra, bajando esta vez ligeramente el tono de su voz:
      ―Como intentaba deciros, hoy nos hemos reunido en nuestra capital, Lothikaton, para celebrar una vez más la Ceremonia del Tránsito. El honor y la responsabilidad de ser nuestro Rey recaerán en Torko, lacrag del clan bunko. Todos depositamos nuestra confianza en él y en los suyos para que rija con rectitud y sabiduría los designios de nuestro pueblo durante los próximos tres años. Por favor, Torko, acércate.
      Nada más oír las palabras de Akrog, Torko saltó como impulsado por un resorte de su silla y se aproximó velozmente al lugar donde se encontraba el lacrag alko sin poder disimular su impaciencia. Las manos de Torko temblaban, ansiando poseer el báculo de mando. Akrog se había percatado de la inquietud y el reprimido nerviosismo que Torko había tratado de ocultar durante todo el día, cuestión ésta que le ocasionaba una cierta preocupación. Pero él debía seguir adelante con la ceremonia y así lo hizo.
      ―Torko ―dijo Akrog―, arrodíllate ―y el bunko obedeció diligente cual vasallo ante la orden de su señor―. Yo, Akrog de los alkos, hijo de Agroken ―comenzó con voz grave y profunda―, te cedo a ti, Torko de los bunkos, el báculo de mando que nos fue entregado por los dioses, para que reines sobre el pueblo nerlingo, anteponiendo tus intereses y los de tu clan a los del conjunto de los cinco clanes. Busca siempre la paz sobre la guerra, el bien sobre el mal, la amistad sobre el sometimiento. Que estos principios guíen tu caminar durante estos tres próximos años.
      Akrog finalizó su oratoria, hizo una pausa y continuó con la liturgia del tránsito, depositando suavemente el báculo en las manos que Torko le extendía. En ese momento, los ojos del bunko se encendieron y sus dedos se cerraron fuertemente sobre el báculo, como si hubiese finalmente obtenido un objeto largamente codiciado. Tras unos segundos en los que el silencio más absoluto se apoderó de la estancia, Torko se incorporó y, dirigiéndose  a los allí presentes, dijo:
      ―Hermanos nerlingos, como todos sabéis, no es un fluido verbo lo que me distingue, por lo que seré breve en mi alocución. Presiento que este período de regencia bunka será glorioso y largamente recordado por nuestras hazañas en forma de canciones y loas como las que antes cantamos sobre la batalla de Bosque Verde. Acepto de buen grado ser vuestro Rey. Tomo este báculo para dirigiros y me encomiendo a Nerlinguia para que mis ojos vean a través de los suyos y guíe mis pasos por este nuevo camino que voy a recorrer. Y ahora, tomemos nuestros vasos y alcémoslos para brindar por el inicio de la regencia de los bunkos.
      Una sensación de desasosiego se propagó rápidamente por la sala tras escuchar las breves pero inquietantes palabras de Torko. Hubo una leve vacilación, pero finalmente los invitados se decidieron a tomar sus vasos y brindaron, un brindis que resultó agridulce para muchos. Akrog sintió como su mente se convulsionaba y ante sus ojos desfilaron recuerdos de batallas libradas por sus antepasados, tiempos de dolor y guerra, tiempos felizmente lejanos. Las palabras del bunko habían trastornado el sosegado devenir del pueblo nerlingo durante los últimos decenios.
      Tras la Ceremonia del Tránsito, el ambiente festivo que antes había inundado la estancia se esfumó repentinamente. Los allí presentes se encontraban reunidos en corrillos en los que comentaban las palabras de Torko.
      ―Los bunkos siempre han sido ambiciosos y han anhelado alcanzar un mayor rango dentro de nuestro pueblo, pero creo que esta vez Torko está entrando en un peligroso terreno de arenas movedizas ―dijo Dulba, el lacrag celko, mientras todos los que le escuchaban asintieron con la cabeza.
      ―Debemos permanecer en guardia ―comentaba Guilemin, lacrag bilko, en otro de los improvisados corrillos.
      ―La razón te asiste, Guilemin ―dijo Thuma, lacrag helko―. Debemos observar de cerca todos sus movimientos. No podemos permitir que sus aires de grandeza pongan en peligro a los demás nerlingos.
      Torko, ajeno a estos comentarios, exhibía con orgullo el báculo de mando al resto de los bunkos.
      Era ya bien entrada la tarde cuando los allí presentes comenzaron a despedirse de Torko y los de su clan.
      ―Os mantendré informados de todos los acontecimientos que ocurran ―dijo Torko al resto de los lacrags.
      ―Confío en que no haya noticias relevantes que comunicar― respondió Dulba.
      Torko le miró desafiante, pero ninguna otra palabra brotó de su boca. Dulba y los demás dieron media vuelta y se dirigieron hacia la salida. Sin más demora y apresurándose en dejar la ciudad, montaron en sus caballos y, con cierta nostalgia, abandonaron Lothikaton. Cuando la caravana salió del castillo, las puertas se cerraron ruidosamente detrás de ellos, mientras eran observados desde las almenas por los soldados bunkos. El grupo se dirigió por el camino que serpenteaba a través de la campiña hacia la encrucijada. El color verde de la hierba se tornaba progresivamente en un negro mate, mientras las últimas aves que revoloteaban en el cielo se dirigían a sus hogares en lo más profundo de las arboledas que circundaban Lothikaton. Al llegar a la encrucijada, los cuatro lacrags se separaron de sus respectivos grupos para despedirse.
      ―Tengo la impresión de que tus palabras no agradaron a Torko, mi querido Dulba ―dijo Guilemin.
      ―Alguien debía poner freno a ese engreído bunko ―contestó Dulba―, aunque lo verdaderamente preocupante fue lo que escuchamos en el interior del castillo.
      ―En verdad amigos, creo que deberíamos tener un especial cuidado con las maniobras que Torko y los suyos puedan llevar a cabo ―dijo Akrog.
      ―Propongo que cada mes varios de nuestros hombres vigilen los alrededores de los burgos, e incluso la zona de las Montañas Nerlingas. Y sería conveniente establecer un contacto regular con el destacamento de Puente de Piedra ―dijo Thuma.
      ―Estoy de acuerdo contigo ―respondió Akrog y, girando la cabeza hacia Lothikaton, añadió―. No sabría definir el objeto de nuestra búsqueda, pero tengo el presentimiento que descubriremos algo que no será de nuestro agrado.
      ―Que tus palabras no sean un mal presagio, Akrog. Y ahora dirijámonos a nuestros hogares. Ha sido un día muy largo y mi espalda me dice a gritos que debo descansar. ¡Hasta pronto, mis queridos amigos! ¡Larga vida a Nerlinguia!
      ―¡Larga vida a Nerlinguia! ―gritaron al unísono los demás contestando a los vítores de Guilemin.
      Los cuatro clanes abandonaron la encrucijada dirigiéndose a sus respectivos burgos. La oscuridad del crepúsculo comenzaba a abrazar todos los rincones de Tierra Conocida. Las nubes que poblaban el cielo anunciaban una noche cerrada, sin estrellas ni luna que la adornasen. Akrog encabezaba el grupo que se dirigía a Alkoburgo. Su semblante serio y su mirada perdida en el horizonte denotaban que se hallaba sumergido en profundos pensamientos. Desde varios kilómetros atrás Kiril se había percatado de ello, por lo que intensificó el trote de su caballo, colocándose al lado de su progenitor.
      ―¿Qué es lo que te preocupa, padre? ¿Acaso las palabras de Torko? Hablé con su hijo Droko y me dijo que no era más que otra de las bravuconadas que acostumbra a gastar su padre ―dijo Kiril.
      ―Tú y Droko sois jóvenes y no conocéis hasta que punto el poder y la codicia pueden llegar a trastornar a un hombre. Temo que tras las palabras de Torko se esconda algo más grave, aunque aún no alcanzo a adivinar qué ―respondió Akrog.
      ―Deberías dejar de lado tus preocupaciones ―dijo Kiril―. Mañana tendremos que madrugar para ir al Bosque de Alkos en busca de madera. El invierno se acerca y parece que será largo y frío. Te aseguro que mañana, tras un reparador descanso y sin la responsabilidad de la regencia, verás todo desde una nueva perspectiva.
      ―Quizás tengas razón ―le respondió escuetamente Akrog, quien espoleando a su caballo, puso en fila de a uno a la columna.
      En el horizonte se adivinaba Alkoburgo, donde le esperaban su casa y la cama en la que desde hacía tres años no había descansado. Estos y otros recuerdos le reconfortaron e hicieron que se olvidase de Torko y de todo lo que había sucedido en la Ceremonia del Tránsito.

domingo, 8 de diciembre de 2013

PUBLICAR MEDIANTE LA AUTOEDICIÓN

¿Cómo sacar hoy en día un libro al mercado? Complicado. Siendo un autor novel, sin experiencia ni contactos en el mundo editorial, solamente tienes la posibilidad de enviar tu manuscrito a decenas de editoriales confiando en que seas uno de esos pocos afortunados  a los que se les brindará la oportunidad de publicar. Pero también hay que ser autocrítico: porque descarten nuestra propuesta editorial no quiere decir que esas personas se hayan tomado su trabajo a la ligera, no le hayan prestado la suficiente atención o no sepan ver un best-seller en potencia. Algo haremos mal también los que nos lanzamos a escribir: presentar una historia sin un argumento atractivo, mal planteada o cerrada, temas no adecuados a la línea editorial, faltas de ortografía en los manuscritos, etc.

Yo empecé enviando mi manuscrito a más de 60 editoriales. De las llamadas grandes o de aquellas que asumen los costes de publicación, ninguna se decidió a apostar por mí. También he de decir que otra cosa diferente me hubiera sorprendido. Sin embargo hubo otras editoriales, en las que la edición sería compartida, que me respondieron estarían interesados en publicar mi novela. Llegados a este punto, y teniendo en mente que ya había decidido tirarme a la piscina, me decidí por la autoedición con una editorial que me atase lo menos posible y que a la vez diese un buen servicio. Finalmente me decanté por la Editorial Círculo Rojo. Yo he tenido que realizar una inversión para realizar una tirada de 200 ejemplares, pero confío en que esté bien empleado y pueda ser el principio de algo más grande… Al menos tenía claro que no me iba a quedar con la duda.

Pero no penséis que he decidido publicar mediante la autoedición como la última opción posible para poder satisfacer mi ego. No lo he hecho por sentirme frustrado, fracasado o rechazado. Aunque no negaré que me hará mucha ilusión cuando vea impreso y tenga en mis manos el primer ejemplar de las Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning. Aunque realmente no hubiera dado un paso así de no ser porque aquellos que han leído mis borradores no han abandonado su lectura a las primeras de cambio y han considerado que la novela reúne unos mínimos. Ojala a todos vosotros también os entretenga y nuevas entregas de la saga de las Crónicas Nerlingas puedan ver la luz. Con autoedición, coedición, edición tradicional o cualquier otro formato que genere el mercado.

domingo, 1 de diciembre de 2013

PORTADA DE "LA TRAICIÓN GRONING" Y MAPA DE TIERRA CONOCIDA


Buenas tardes a todos.

Como podéis ver acabo de subir al blog la que será la portada de Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning. El libro ya está enviado a la imprenta y en un plazo de entre 20 y 30 días estará terminado.

En cuanto tenga confirmación os iré indicando en este mismo blog, así como en Facebook en la página de Crónicas Nerlingas, dónde podrá comprarse. Allí también he subido la portada del libro, así como el Mapa de Tierra Conocida.

Espero que disfrutéis con el Mapa y os sirva para iros introduciendo en la primera novela de la saga.

Hasta la semana que viene,

Gorka