Buenos días a todos,
Tranquilos que no se trata de ninguna inocentada, aunque hoy yo ya he caído en una nada más levantarme. Me han pillado a traición cuando aún estaba medio dormido...
Quiero actualizaros los puntos de venta en los cuales podéis adquirir Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning.
En Donostia:
Hontza Liburudenda
Okendo Kalea, 4
Tfno.: 943 42 82 89
Garazi Liburudenda Librería Lorea Elkar
Matia Kalea, 44 Avda. Zarauz, 90 Bergara Kalea, 6
Tfno.: 943217283 Tfno.: 943211319 Tfno.: 943426350
En Vitoria-Gasteiz:
Librería Ayala Librería Aranbide
Sancho el Sabio 1 Duque de Wellington, 23
Tfno.: 945130851 Tfno.: 945175553
Casi con toda seguridad este lunes Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning esté ya disponible en las tiendas Elkar de las capitales. Si no está disponible en vuestra tienda habitual, siempre podéis realizar un pedido para que os lo traigan.
Para no aburriros en el blog con más entradas sobre puntos de venta, permitidme que haga una última en la que os indicaré dónde y cómo consultar los lugares, tanto físicos como a través de internet, en los que se pueda adquirir el libro.
Pasad un buen día y no seáis unos "inocentes" como yo...
sábado, 28 de diciembre de 2013
lunes, 23 de diciembre de 2013
¡YA HA LLEGADO CRÓNICAS NERLINGAS I. LA TRAICIÓN GRONING!
Buenos días,
Ayer por la tarde por fin llegaron los ejemplares de la primera tirada del libro Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning (esperemos que no sea la última y le sigan muchas más...). La encuadernación y el acabado son muy buenos y la portada es muy llamativa, más de lo que a primera vista parecía en formato electrónico. Mi más sincera felicitación para la Editorial Círculo Rojo.
A partir de ayer ya pueden adquirirse físicamente en la Librería Hontza de Donostia. En los próximos días también estará disponible en las tiendas Elkar y en otras librerías, así como a través de páginas web. Os iré informando cumplidamente de ello.
Os adjunto aquí el link de la librería Hontza y su dirección. Es la primera en la cual el libro está a la venta. Y ahora ya sabéis: ¡a comprarlo rápido que se acaban! A ver si podemos decir dentro de unos meses que ya llevamos más de 1000 libros vendidos.
¡Felices Fiestas a todos! Zorionak eta Urte Berri On!
Hontza Liburudenda
Dirección: Okendo Kalea, 4, 20004 San Sebastián, Guipúzcoa
Ayer por la tarde por fin llegaron los ejemplares de la primera tirada del libro Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning (esperemos que no sea la última y le sigan muchas más...). La encuadernación y el acabado son muy buenos y la portada es muy llamativa, más de lo que a primera vista parecía en formato electrónico. Mi más sincera felicitación para la Editorial Círculo Rojo.
A partir de ayer ya pueden adquirirse físicamente en la Librería Hontza de Donostia. En los próximos días también estará disponible en las tiendas Elkar y en otras librerías, así como a través de páginas web. Os iré informando cumplidamente de ello.
Os adjunto aquí el link de la librería Hontza y su dirección. Es la primera en la cual el libro está a la venta. Y ahora ya sabéis: ¡a comprarlo rápido que se acaban! A ver si podemos decir dentro de unos meses que ya llevamos más de 1000 libros vendidos.
¡Felices Fiestas a todos! Zorionak eta Urte Berri On!
Hontza Liburudenda
Dirección: Okendo Kalea, 4, 20004 San Sebastián, Guipúzcoa
Teléfono:943 42 82 89
www.hontza.net/CAPÍTULO PRIMERO: BAJO EL SIGNO BUNKO
Buenas
días a todos,
Era ya mediodía, y el cielo comenzó a
cubrirse de gruesas nubes que apenas dejaban atravesar unos débiles rayos de
sol. Fue entonces cuando se oyó el potente y grave sonido de llamada de un
cuerno y, a continuación, el grito de los vigías de Lothikaton:
Ante
la impaciencia de algunos de vosotros por no poder disponer aún de la primera
entrega de la saga Crónicas Nerlingas I.
La Traición Groning ,
como regalo de Navidades, os adelanto el primer capítulo completo del
libro, titulado “Bajo el Signo Bunko”.
No
sé si esto logrará calmaros por unos días u os impacientará aún más. No
obstante, no desesperéis: el libro está al caer. En cuanto reciba la
confirmación os iré indicando tanto en este blog como en Facebook (Crónicas
Nerlingas) los principales puntos de venta en librerías y páginas web en los
que pueda adquirirse.
Y
ahora disfrutad, pues aquí comienza la aventura nerlinga…
Pálida y
húmeda llegó la mañana a Lothikaton. Una densa niebla impedía ver más allá de
las orillas del lago. El castillo del Rey ofrecía un fantasmal aspecto desde el
exterior, mientras la niebla trepaba sobre la hiedra y las enredaderas anidadas
en las almenas de la muralla norte. Únicamente las antorchas en lo alto del
castillo denotaban que éste estaba habitado. La estampa hacía presagiar un
incierto futuro para el pueblo nerlingo, justamente el día en que los alkos
cederían la regencia al clan bunko.
La pequeña capital nerlinga estaba situada
a orillas del lago Argul, siendo el castillo del Rey el corazón de la ciudad. Alrededor
de él, a modo de herradura, unos cientos de cabañas y graneros servían de
temporales alojamientos a los miembros del clan y sus animales. Cómodas a la
vez que austeras, estas cabañas eran un símbolo de hermandad para los
nerlingos, puesto que al menos una vez en su vida, cada miembro de los cinco
clanes debía vivir por un período no inferior a dos años en Lothikaton. Todos
aquellos que habían habitado en diferentes épocas en la misma cabaña, se
reunían una vez al año para celebrar una comida e intercambiar regalos. Cuenta
la leyenda que la
diosa Nerlinguia engendró a los Primeros Nacidos, quienes a
su vez fundaron los cinco clanes. Pero pronto comenzó a surgir la envidia,
provocando riñas y peleas entre hermanos. Entonces la diosa decidió construir
una gran cabaña a la que llamó Lothikaton, obligando a los nerlingos a convivir
en ella, logrando con su bondad el hermanamiento de los clanes.
A
medida que avanzaba la mañana, la ciudad parecía despertar lentamente de su
letargo. Algunas ventanas comenzaron a abrirse, oyéndose toses secas y
profundos bostezos, consecuencia de la fiesta de despedida celebrada la noche
anterior. En las almenas se iniciaron las labores de recogida de los distintivos
azules propios del clan alko. Poco a poco la actividad fue creciendo hasta
convertirse en frenética. En la cocina del castillo se esmeraban en preparar el
venado que habría de servirse durante la comida y en dar los últimos retoques
al clásico pastel de bayas silvestres que degustarían como postre. En las
habitaciones de la zona alta del castillo se terminaban de empaquetar los
enseres y objetos personales del regente y su hijo.
Se acercaba el mediodía, y la niebla había
desaparecido casi por completo del lago y sus inmediaciones. En la puerta
principal un grupo de unos cincuenta hombres permanecían formados aguardando la
llegada de los representantes de los cuatro clanes restantes. Mientras, en sus
aposentos, el saliente Rey Nerlingo conversaba con su hijo Kiril.
―Querido hijo, la hora de mi relevo se
acerca. Es tiempo de que asumas el mando del clan. Dentro de doce años te
convertirás, como futuro jefe de los alkos, en el nuevo regente nerlingo ―dijo
Akrog mientras miraba pensativo desde la ventana de la estancia.
―Padre... ―contestó temblorosamente
Kiril―. Aún no me siento preparado para asumir tamaña responsabilidad. Además
―nuevamente hizo una breve pausa―, no tengo ni tu carácter, ni tampoco tu
firmeza y bien sabes que...
―¿Qué es lo que debo saber? ―respondió
enfadado Akrog―, ¿que quieres viajar para conocer lejanas tierras? ¿Buscar a
los alkos que se establecieron hace cientos de años en las orillas del Río
Taquakland? Desde mi tatarabuelo, Legok el Justo, nuestra estirpe ha tenido el
honor y la responsabilidad de dirigir el clan y no aceptaré que tú eludas ese
deber por perseguir una simple quimera.
―Está bien, padre, que así sea ―respondió
resignado Kiril entrecerrando sus profundos ojos azules―. Pero me sentiría
enormemente complacido si algún día pudiera realizar mi sueño, ver el mar y
volver con noticias de los hermanos de sangre que un día decidieron dejar de
caminar a nuestro lado.
―Me alegro que nuestras largas discusiones
hayan dado por fin sus frutos y te hayan hecho recapacitar ―respondió no queriendo
escuchar la última petición de Kiril―. Quiero que tú, hijo mío ―dijo Akrog
dulcificando notablemente el tono de su voz―, estés a mi lado cuando entregue
el báculo de mando de la ciudad a Torko.
―Será un honor para mí, padre ―contestó
complaciente Kiril―. Allí estaré, pero ahora discúlpame, pues debo terminar de
recoger nuestras pertenencias y cargarlas en los carros que partirán hacia
nuestra casa en Alkoburgo ―y diciendo esto abandonó la estancia.
Contrariado por los deseos y la tozudez de
su padre, Kiril se dirigió a la parte inferior del castillo donde sus amigos
Maikel y Thelmor finalizaban las labores de mudanza.
―Tu semblante no refleja precisamente
alegría, Kiril. ¿Qué te ocurre? ―preguntó Maikel.
―He discutido con mi padre. Quiere que
tome la responsabilidad del clan y yo le he contestado que no estaba preparado
y que... ―parecía que la boca de Kiril se había quedado sin saliva.
―...y que quieres viajar para conocer el
mar y encontrar a los alkos desertores que todos damos por muertos hace más de
doscientos años ―habló Thelmor adelantándose a las palabras de Kiril.
―Creo que tu padre tiene razón, Kiril
―dijo Maikel tornando su sonrisa en un gesto serio―. Ese cargo te corresponde a
ti desde el mismo día en que naciste y, a pesar de las dudas que puedan
asaltarte, tienes la personalidad y la entereza necesarias para ser nuestro
regente. Tu padre lo sabe y por ello exige tu compromiso. Un día serás el gran
líder de todos los clanes nerlingos... pero hasta que llegue ese día ayúdanos a
cargar estas cajas en el carro ―y mientras el corpulento Maikel alborotaba con
su enorme mano el pelo castaño de Kiril, Thelmor reía a carcajadas.
―¡Atención! ¡Se acercan los bilkos por el
camino del sur!
Y así sucesivamente fueron apareciendo los
bilkos, los helkos, los celkos y finalmente los bunkos. Las puertas de la
ciudad se elevaron y cada una de las delegaciones de los cuatro clanes penetró
en Lothikaton. Allí estaba Akrog, jefe de los alkos, con su larga melena blanca
y su trenza azul, con señorial aspecto frente a la puerta de entrada que daba
acceso a las estancias del regente. Realmente parecía un verdadero Rey de los
Días Antiguos y los más de setenta años que lo contemplaban no hacían sino dar
una mayor solemnidad a su rostro cubierto de arrugas y una poblada barba blanca.
A su lado, su hijo Kiril parecía un bisoño príncipe, al que su terso y
blanquecino rostro mostraban como las páginas de un libro en blanco que apenas
si había comenzado a escribirse. Uno a uno los jefes de los clanes fueron
acercándose a saludarle: Dulba por los celkos, Thuma por los helkos, Guilemin
por los bilkos y Torko por los bunkos. Terminadas las salutaciones, los lacrags
(*) acompañados por su séquito, entraron en la estancia
principal y se dirigieron hacia el comedor para degustar las viandas que con
esmero los alkos habían cocinado durante toda la mañana.
El comedor era una amplia sala ocupada en
su mayor parte por grandes mesas de madera. Habían dispuesto en torno a ellas
robustos bancos de roble para los acompañantes, y sillas con respaldos acolchados
de color violeta y delicados acabados en hilo dorado para los lacrags. Sobre
las paredes colgaban cinco escudos con las enseñas de cada uno de los clanes y
a su lado una lanza del color característico. Decenas de antorchas iluminaban
la oscura estancia que solo disponía de cuatro pequeñas ventanas por las que
apenas podía entrar la luz desde el exterior. Las mesas estaban dispuestas en
forma de “U” y en medio, sobre una antigua y sobria banqueta de madera rematada
con un cojín verde esmeralda, descansaba el báculo de mando nerlingo, una
perfecta hélice de marfil a modo de diminuta columna salomónica, coronada por
una semiesfera metálica en la que aparecían grabadas las iniciales de los cinco
clanes. Torko lo miraba con ansiedad y codicia, anhelando poseerlo sin tener
que aguardar a la Ceremonia
del Tránsito.
Akrog acomodó a los comensales,
disponiendo en la mesa principal a su hijo y al resto de los alkos a su
izquierda y a Torko y los bunkos a su derecha. Los bilkos, celkos y helkos se
entremezclaron en los asientos que quedaron libres.
A una orden suya comenzaron a servir los
alimentos y, por supuesto, abundante biluk (**). Como primer plato degustaron
hortalizas cultivadas en los alrededores de Lothikaton salteadas con patatas y
unos exquisitos tacos de carne de cerdo.
Una vez dieron buena cuenta de ello, se
sirvió el segundo plato, ciervo asado, algo que nunca faltaba en cualquier
celebración nerlinga que se preciase. A partir de ese momento la conversación
se tornó más animada y jovial, en gran parte debido a los efectos euforizantes
que el biluk comenzaba a producir en los comensales.
(*) Lacrag es el nombre con el que se
denomina al jefe del clan.
(**) Biluk es el nombre de la especial
cerveza de color caoba destilada por los nerlingos, de sabor fuerte pero
regusto final afrutado.
Cuando daban las últimas dentelladas
a los restos del venado se escucharon los primeros cánticos, que enseguida
tuvieron réplica, hasta que en el último rincón de la estancia resonaron las
estrofas de una canción que ensalzaba la victoria en la batalla de Bosque
Verde.
Como colofón a la comida se sirvió el
postre, que se componía de una variedad de frutas del tiempo y la esperada
tarta de bayas de los alkos, la cual gozaba
de una gran
reputación entre los mejores paladares nerlingos. El ambiente
era cada vez más alegre y distendido y,
a pesar de tener las bocas repletas de tarta, continuaron los cánticos y
comenzaron los bailes, en los que nunca se separaban de sus vasos llenos de
biluk.
Los hijos de los lacrags, Kiril, Anodrac,
Olisen, Talik y Droko, se fundieron bailando en círculo en el centro del
comedor, mientras los demás comensales cantaban y daban palmas a modo de
improvisados tambores siguiendo el ritmo de la canción.
Y así continuaron durante varias horas
más, hasta que Akrog se levantó solemnemente de su asiento y, elevando su voz
para poder ser oído en el bullicio general, dijo:
―¡Hermanos nerlingos, por favor, prestadme
atención!
Tímidamente se fueron apagando los
cánticos y cesaron los bailes hasta que finalmente se hizo un completo
silencio. De nuevo Akrog tomó la palabra, bajando esta vez ligeramente el tono
de su voz:
―Como intentaba deciros, hoy nos hemos
reunido en nuestra capital, Lothikaton, para celebrar una vez más la Ceremonia del Tránsito.
El honor y la responsabilidad de ser nuestro Rey recaerán en Torko, lacrag del
clan bunko. Todos depositamos nuestra confianza en él y en los suyos para que
rija con rectitud y sabiduría los designios de nuestro pueblo durante los
próximos tres años. Por favor, Torko, acércate.
Nada más oír las palabras de Akrog, Torko
saltó como impulsado por un resorte de su silla y se aproximó velozmente al
lugar donde se encontraba el lacrag alko sin poder disimular su impaciencia.
Las manos de Torko temblaban, ansiando poseer el báculo de mando. Akrog se
había percatado de la inquietud y el reprimido nerviosismo que Torko había
tratado de ocultar durante todo el día, cuestión ésta que le ocasionaba una
cierta preocupación. Pero él debía seguir adelante con la ceremonia y así lo
hizo.
―Torko ―dijo Akrog―, arrodíllate ―y el
bunko obedeció diligente cual vasallo ante la orden de su señor―. Yo, Akrog de
los alkos, hijo de Agroken ―comenzó con voz grave y profunda―, te cedo a ti,
Torko de los bunkos, el báculo de mando que nos fue entregado por los dioses,
para que reines sobre el pueblo nerlingo, anteponiendo tus intereses y los de
tu clan a los del conjunto de los cinco clanes. Busca siempre la paz sobre la
guerra, el bien sobre el mal, la amistad sobre el sometimiento. Que estos
principios guíen tu caminar durante estos tres próximos años.
Akrog finalizó su oratoria, hizo una pausa
y continuó con la liturgia del tránsito, depositando suavemente el báculo en
las manos que Torko le extendía. En ese momento, los ojos del bunko se
encendieron y sus dedos se cerraron fuertemente sobre el báculo, como si
hubiese finalmente obtenido un objeto largamente codiciado. Tras unos segundos
en los que el silencio más absoluto se apoderó de la estancia, Torko se
incorporó y, dirigiéndose a los allí
presentes, dijo:
―Hermanos nerlingos, como todos sabéis, no
es un fluido verbo lo que me distingue, por lo que seré breve en mi alocución.
Presiento que este período de regencia bunka será glorioso y largamente
recordado por nuestras hazañas en forma de canciones y loas como las que antes
cantamos sobre la batalla de Bosque Verde. Acepto de buen grado ser vuestro
Rey. Tomo este báculo para dirigiros y me encomiendo a Nerlinguia para que mis
ojos vean a través de los suyos y guíe mis pasos por este nuevo camino que voy
a recorrer. Y ahora, tomemos nuestros vasos y alcémoslos para brindar por el
inicio de la regencia de los bunkos.
Una sensación de desasosiego se propagó
rápidamente por la sala tras escuchar las breves pero inquietantes palabras de
Torko. Hubo una leve vacilación, pero finalmente los invitados se decidieron a
tomar sus vasos y brindaron, un brindis que resultó agridulce para muchos.
Akrog sintió como su mente se convulsionaba y ante sus ojos desfilaron
recuerdos de batallas libradas por sus antepasados, tiempos de dolor y guerra,
tiempos felizmente lejanos. Las palabras del bunko habían trastornado el
sosegado devenir del pueblo nerlingo durante los últimos decenios.
Tras la Ceremonia del Tránsito,
el ambiente festivo que antes había inundado la estancia se esfumó
repentinamente. Los allí presentes se encontraban reunidos en corrillos en los
que comentaban las palabras de Torko.
―Los bunkos siempre han sido ambiciosos y
han anhelado alcanzar un mayor rango dentro de nuestro pueblo, pero creo que
esta vez Torko está entrando en un peligroso terreno de arenas movedizas ―dijo
Dulba, el lacrag celko, mientras todos los que le escuchaban asintieron con la
cabeza.
―Debemos permanecer en guardia ―comentaba
Guilemin, lacrag bilko, en otro de los improvisados corrillos.
―La razón te asiste, Guilemin ―dijo Thuma,
lacrag helko―. Debemos observar de cerca todos sus movimientos. No podemos
permitir que sus aires de grandeza pongan en peligro a los demás nerlingos.
Torko, ajeno a estos comentarios, exhibía
con orgullo el báculo de mando al resto de los bunkos.
Era ya bien entrada la tarde cuando los
allí presentes comenzaron a despedirse de Torko y los de su clan.
―Os mantendré informados de todos los
acontecimientos que ocurran ―dijo Torko al resto de los lacrags.
―Confío en que no haya noticias relevantes
que comunicar― respondió Dulba.
Torko le miró desafiante, pero ninguna
otra palabra brotó de su boca. Dulba y los demás dieron media vuelta y se
dirigieron hacia la
salida. Sin más demora y apresurándose en dejar la ciudad,
montaron en sus caballos y, con cierta nostalgia, abandonaron Lothikaton.
Cuando la caravana salió del castillo, las puertas se cerraron ruidosamente
detrás de ellos, mientras eran observados desde las almenas por los soldados
bunkos. El grupo se dirigió por el camino que serpenteaba a través de la
campiña hacia la
encrucijada. El color verde de la hierba se tornaba
progresivamente en un negro mate, mientras las últimas aves que revoloteaban en
el cielo se dirigían a sus hogares en lo más profundo de las arboledas que
circundaban Lothikaton. Al llegar a la encrucijada, los cuatro lacrags se
separaron de sus respectivos grupos para despedirse.
―Tengo la impresión de que tus palabras no
agradaron a Torko, mi querido Dulba ―dijo Guilemin.
―Alguien debía poner freno a ese engreído
bunko ―contestó Dulba―, aunque lo verdaderamente preocupante fue lo que
escuchamos en el interior del castillo.
―En verdad amigos, creo que deberíamos
tener un especial cuidado con las maniobras que Torko y los suyos puedan llevar
a cabo ―dijo Akrog.
―Propongo que cada mes varios de nuestros
hombres vigilen los alrededores de los burgos, e incluso la zona de las
Montañas Nerlingas. Y sería conveniente establecer un contacto regular con el
destacamento de Puente de Piedra ―dijo Thuma.
―Estoy de acuerdo contigo ―respondió Akrog
y, girando la cabeza hacia Lothikaton, añadió―. No sabría definir el objeto de
nuestra búsqueda, pero tengo el presentimiento que descubriremos algo que no
será de nuestro agrado.
―Que tus palabras no sean un mal presagio,
Akrog. Y ahora dirijámonos a nuestros hogares. Ha sido un día muy largo y mi
espalda me dice a gritos que debo descansar. ¡Hasta pronto, mis queridos
amigos! ¡Larga vida a Nerlinguia!
―¡Larga vida a Nerlinguia! ―gritaron al
unísono los demás contestando a los vítores de Guilemin.
Los cuatro clanes abandonaron la
encrucijada dirigiéndose a sus respectivos burgos. La oscuridad del crepúsculo
comenzaba a abrazar todos los rincones de Tierra Conocida. Las nubes que
poblaban el cielo anunciaban una noche cerrada, sin estrellas ni luna que la adornasen. Akrog
encabezaba el grupo que se dirigía a Alkoburgo. Su semblante serio y su mirada
perdida en el horizonte denotaban que se hallaba sumergido en profundos
pensamientos. Desde varios kilómetros atrás Kiril se había percatado de ello,
por lo que intensificó el trote de su caballo, colocándose al lado de su
progenitor.
―¿Qué es lo que te preocupa, padre? ¿Acaso
las palabras de Torko? Hablé con su hijo Droko y me dijo que no era más que
otra de las bravuconadas que acostumbra a gastar su padre ―dijo Kiril.
―Tú y Droko sois jóvenes y no conocéis
hasta que punto el poder y la codicia pueden llegar a trastornar a un hombre.
Temo que tras las palabras de Torko se esconda algo más grave, aunque aún no
alcanzo a adivinar qué ―respondió Akrog.
―Deberías dejar de lado tus preocupaciones
―dijo Kiril―. Mañana tendremos que madrugar para ir al Bosque de Alkos en busca
de madera. El invierno se acerca y parece que será largo y frío. Te aseguro que
mañana, tras un reparador descanso y sin la responsabilidad de la regencia,
verás todo desde una nueva perspectiva.
―Quizás tengas razón ―le respondió
escuetamente Akrog, quien espoleando a su caballo, puso en fila de a uno a la
columna.
En el horizonte se adivinaba Alkoburgo,
donde le esperaban su casa y la cama en la que desde hacía tres años no había
descansado. Estos y otros recuerdos le reconfortaron e hicieron que se olvidase
de Torko y de todo lo que había sucedido en la Ceremonia del Tránsito.
domingo, 8 de diciembre de 2013
PUBLICAR MEDIANTE LA AUTOEDICIÓN
¿Cómo sacar hoy en día un libro al
mercado? Complicado. Siendo un autor novel, sin experiencia ni contactos en el
mundo editorial, solamente tienes la posibilidad de enviar tu manuscrito a
decenas de editoriales confiando en que seas uno de esos pocos afortunados a los que se les brindará la oportunidad de
publicar. Pero también hay que ser autocrítico: porque descarten nuestra
propuesta editorial no quiere decir que esas personas se hayan tomado su
trabajo a la ligera, no le hayan prestado la suficiente atención o no sepan ver
un best-seller en potencia. Algo haremos mal también los que nos lanzamos a
escribir: presentar una historia sin un argumento atractivo, mal planteada o
cerrada, temas no adecuados a la línea editorial, faltas de ortografía en los
manuscritos, etc.
Yo empecé enviando mi manuscrito a
más de 60 editoriales. De las llamadas grandes o de aquellas que asumen los
costes de publicación, ninguna se decidió a apostar por mí. También he de decir
que otra cosa diferente me hubiera sorprendido. Sin embargo hubo otras
editoriales, en las que la edición sería compartida, que me respondieron
estarían interesados en publicar mi novela. Llegados a este punto, y teniendo
en mente que ya había decidido tirarme a la piscina, me decidí por la
autoedición con una editorial que me atase lo menos posible y que a la vez
diese un buen servicio. Finalmente me decanté por la Editorial Círculo
Rojo. Yo he tenido que realizar una inversión para realizar una tirada de 200
ejemplares, pero confío en que esté bien empleado y pueda ser el principio de
algo más grande… Al menos tenía claro que no me iba a quedar con la duda.
Pero no penséis que he decidido
publicar mediante la autoedición como la última opción posible para poder satisfacer
mi ego. No lo he hecho por sentirme frustrado, fracasado o rechazado. Aunque no
negaré que me hará mucha ilusión cuando vea impreso y tenga en mis manos el
primer ejemplar de las Crónicas
Nerlingas I. La Traición Groning. Aunque realmente no hubiera dado
un paso así de no ser porque aquellos que han leído mis borradores no han
abandonado su lectura a las primeras de cambio y han considerado que la novela
reúne unos mínimos. Ojala a todos vosotros también os entretenga y nuevas
entregas de la saga de las Crónicas Nerlingas puedan ver la luz. Con
autoedición, coedición, edición tradicional o cualquier otro formato que genere
el mercado.
domingo, 1 de diciembre de 2013
PORTADA DE "LA TRAICIÓN GRONING" Y MAPA DE TIERRA CONOCIDA
Buenas
tardes a todos.
Como
podéis ver acabo de subir al blog la que será la portada de Crónicas Nerlingas I. La Traición Groning.
El libro ya está enviado a la imprenta y en un plazo de entre 20 y 30 días
estará terminado.
En
cuanto tenga confirmación os iré indicando en este mismo blog, así como en
Facebook en la página de Crónicas Nerlingas, dónde podrá comprarse. Allí también
he subido la portada del libro, así como el Mapa de Tierra Conocida.
Espero
que disfrutéis con el Mapa y os sirva para iros introduciendo en la primera
novela de la saga.
Hasta la
semana que viene,
Gorka
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